Un planograma es un esquema visual que define dónde y cómo deben exhibirse los productos dentro de una tienda.
El término proviene de "Plan O Gram" y en el entorno laboral se le conoce como "planograma".
Un planograma establece la ubicación, cantidad y espacio para cada producto o marca, según características del producto y estrategias por categoría. Esto permite que la sede central y las tiendas trabajen bajo un mismo criterio. Se usa al lanzar nuevos productos o retirar los que tienen bajo rendimiento.
Cuando los productos están bien ubicados y fácilmente visibles, las tasas de conversión aumentan. Por eso, un planograma no es solo una guía visual: es una herramienta estratégica de ventas que impacta directamente en el punto de venta.
Aunque ambos están relacionados con exhibiciones, tienen objetivos y responsables diferentes.
En resumen: el planograma es una herramienta de ejecución comercial, mientras que el VM es una herramienta de experiencia de marca centrada en lo visual y emocional.
Cada tienda tiene necesidades distintas, por eso hay diferentes tipos de planograma según el sector. Aquí algunos ejemplos:
Cada planograma debe adaptarse a su sector. Sin una guía clara y coherente, cada tienda podría interpretar distinto el diseño, afectando la estrategia de marca y la experiencia del cliente.
Un planograma solo es efectivo si se ejecuta con precisión en tienda. Sin embargo, la brecha entre la planificación central y la ejecución local es común.
Los esquemas visuales no siempre son entendidos por el personal de tienda. Las instrucciones se pierden. Y al gestionarse manualmente, es difícil tener visibilidad en tiempo real.
El equipo de tienda ya está saturado: tomar fotos, subir reportes, esperar retroalimentación... todo a mano. El resultado: exhibiciones inconsistentes y planogramas que no se cumplen.
Comentarios comunes incluyen:
Según el whitepaper de Cosyrobo (Planogram Compliance: Making It Work), solo el 57.4% de las empresas tiene una estructura para medir la conformidad del planograma. Eso significa que casi la mitad no sabe si se cumplen sus estándares en tienda.
Sin seguimiento ni auditoría, incluso el mejor planograma fracasa en el punto de venta.
El método más tradicional: el personal toma fotos y las envía a la sede. Alguien las compara manualmente con el planograma. Es lento y propenso a errores.
Algunas marcas usan formularios para recopilar fotos y datos. Aunque es más estructurado, suele no integrarse con sistemas de auditoría o retroalimentación.
Consulta tasas de cumplimiento por tienda y por empleado. Identifica fácilmente qué se omitió y dónde hay fallas recurrentes. Deja de depender de respuestas vagas: convierte la ejecución en datos medibles.
Con fotos cargadas al instante, se pueden detectar fallos de exhibición, POP faltantes o vacíos de inventario en tiempo real. Se genera un historial automático que facilita auditorías.
Compara imágenes anteriores y encuentra fallas frecuentes: ¿qué productos faltan más?, ¿qué tiendas incumplen más? Usa esta información para afinar tu estrategia de exhibición.
Programa revisiones periódicas y asigna tareas. Usa IA para validar fotos según criterios de cumplimiento. Deja de solo monitorear: crea un sistema que impulse mejora continua.